Mario R. Santos. Agosto de 2022.

En el libro Las Tres Leyes del Desempeño (Logan, 2012) leí que “los expertos no se han puesto de acuerdo sobre qué es liderazgo, cómo se hace o cómo se ve cuando la gente lo hace bien… En general, tienen que confrontar el hecho de que casi todo lo que han llegado a saber sobre liderazgo es, en el mejor de los casos, otra cosa: emprendimiento, administración, mercadotecnia o disciplina personal”.

Después de unos cuantos miles de libros que se han escrito al respecto, aún sigue en el aire la siguiente idea: “Con tantos libros sobre liderazgo, ¿por qué hay tan pocos líderes?”, por cierto, esta frase es parte de un subtítulo del capítulo dos del libro mencionado.

Los que tenemos la oportunidad de exponernos a diferentes experiencias personales o, por medio de las ideas en los libros que leemos, vamos dando forma a más de algún concepto de lo que consideramos como un líder, y algunas características se adicionan y hasta las ponderamos para hacerlos la imagen del líder perfecto, o, por lo menos, a algo parecido. Sin embargo, las frases que compartí al principio de este artículo muestran lo lejano que estamos de esto. Por otro lado, a mi manera de verlo, es como muy atrevido aventurarse a sintetizar el concepto a una breve frase o, incluso, a una sola palabra como, por ejemplo, influencia o guía.

Bueno, ahora soy yo quien se aventura a esto, claro está, con un poco de vergüenza, lo digo con sinceridad, pero me parece que el líder que, dentro de su ejercicio profesional tenga la capacidad de pasar del “yo” al “nosotros”, ha comprendido su función, dentro de un entorno laboral.

 ¿De dónde me salió esa brillantez?, bueno, realmente no es mía. Hace algunos años tuve la oportunidad de leer el libro de Daniel Goleman, Inteligencia Social (Goleman, 2006), otro de sus libros. En este expone ampliamente la necesidad de trasladarse del yo al nosotros, para influir de mejor manera en los ambientes laborales en los que convivimos. ¿Qué quiere decir esto?, ¿qué existen dos grupos diferentes, es decir, el de los que dirigen y el de los dirigidos? Además, indica que cuando alguien mantiene esta diferencia o distancia, su corazón se cierra al altruismo frente a sus dirigidos.

Después de esto, ¿se habrá dado cuenta ya de algo?

Me refiero a los intentos de los entornos laborales de integrar a los grupos de trabajo para llamarlos equipos y que alcancen un desempeño sobresaliente, incluso, otros han avanzado un poco más a este concepto y se han trasladado al de la familia.  Es decir, pasan de “somos un equipo” a “somos una familia”.

Ahora bien, ¿qué tendrá que hacer un líder para trasladarse al concepto del nosotros?, Bueno, no tengo la menor duda que, aquella persona que tenga la capacidad de ser menos egoísta, que piense menos en sus intereses y su desarrollo personal y también menos en sus deseos de avanzar hacia arriba en la jerarquía, llegará a un nivel en el que pueda afirmarse que es un buen líder.

Si ha leído hasta aquí, de pronto piense que necesita algunos pasos o indicaciones de mi parte para que conozca la forma de trasladarse desde el yo al nosotros.  Lamentablemente, no es mi intención en este artículo, pero me permito dejarle con la idea de que usted podrá llevar a cabo este traslado cuando realice pequeñas acciones en favor de su equipo, aunque parezcan que estas están por encima de sus propios intereses, claro está, desde la sinceridad e integridad de su corazón, porque ni un libro o un buen curso de capacitación lograrán hacer algo en usted, si en primer lugar usted no lo quiere hacer.

Para concluir con esta breve reflexión, comparto una frase de Zig Ziglar que, de pronto, lo muevan a la acción para ser mejor líder hoy: “No tienes que ser genial para empezar, pero tienes que empezar para ser genial”.

Bibliografía

Goleman, D. (2006). Inteligencia Social. Barcelona, España: Kairós, S.A.

Logan, S. Z. (2012). Las Tres Leyes del Desempeño. Bogotá, Colombia: Lemoine Editores.